Yo estaba buscando un departamento para mudarme. Había visto ya varios y el panorama era bastante desolador porque era difícil encontrar un lugar relativamente agradable por el precio que podía pagar.
En esta ocasión me acompañaban mis dos hermanos, Joaquín y Juana. En el sueño mi hermana era la Juana de 8 años, chiquita, con rulos rubios y una sonrisa sin todos sus dientes. Llevaba un vestidito azul, heredado seguramente de alguna de nosotras y unos zapatitos blancos. Ella sonreía y estaba contenta de acompañarnos.
Los tres nos subimos al ascensor de un edificio que parecía un palacio. Tenía los techos altísimos, había arcos gigantes por todas partes, columnas, arañas, adornos. Los pisos eran de mármol, cuadrados gigantes de distintos colores. El ascensor subía y subía pero cuando yo miraba hacia arriba me daba cuenta que éste no estaba aferrado a ningún cable. Era un ascensor que flotaba de forma ascendiente entre los arcos que separaban los inmensos espacios.
Yo miraba el lugar y pensaba preocupada qué tipo de espacio iba a poder pagar dentro de ese gran palacio. Cualquier departamento excedía completamente mi presupuesto. El ascensor seguía subiendo y los tres mirábamos deslumbrados los pisos abiertos y expuestos al gran hall principal. No había paredes en el edificio. Cada piso tenía un balcón estilo romano que daba directo al inmenso hall principal. El edificio era similar al Vaticano para que puedan tener una idea de sus dimensiones.
Cuando miro hacia el ascensor de vuelta veo a Juanita chiquita mirarme y sonreír. Ella estaba ahí acompañándome pero no parecía entender mucho porqué estábamos ahí. Yo le sonreí porque su cara sonriente y despreocupada me generaba mucha ternura. En ese momento fui consciente de que estaba en un sueño pero la nostalgia de ver en Juana la niña tan linda que era me llevó a engañarme un poquito más. Quise creer en los 10 años de Juana de nuevo.
Me distrajo de repente una parte del ascensor que no había notado. El ascensor era tan grande (y no tenía paredes) que no percaté que había un baño dentro. El inodoro y el videt se elevaban al ritmo del suelo del ascensor. Estaban integrados al ascensor sólo que a ninguno de los tres nos pareció extraño.
Joaquín, por su lado, estaba serio parado al borde del elevador mirando los pisos que íbamos dejando abajo. Parecía estar pensando, evaluando cómo era el lugar, para luego poder dar una opinión correcta acerca de si era adecuado que yo me mudase ahí o no.
Volví a mi realidad y a mi preocupación actual. Hacia donde nos dirigíamos?? Qué departamento estábamos yendo a ver exactamente? Cómo podía ser que estuviera dentro de ese palacio???
Era imposible que yo pudiese pagar algo en ese edificio, sin embargo yo recordaba el aviso y no parecía un precio desmesurado. Ese palacio era tremenda sorpresa.
Miré hacia arriba y ví una cúpula vidriada por donde se filtraba la luz que iluminaba a todo el edificio. La luz me cegaba por completo y no pude distinguir qué había allí arriba. Pensé que el departamento podría estar ubicado en el campanario, en donde antiguamente siempre se alojaban jorobados, marginales y gente de servicio. Me acordé de una película de época en la que los sirvientes vivían en cuartos chiquitos, con techos bajos, situados en lo más alto de las mansiones. Pensé: “ahí podría estar mi departamento, en un campanario; es lo único que podría llegar a pagar.”
Mientras seguíamos subiendo imagine cómo sería mi vida en un campanario.
Link a sueños
miércoles, 2 de febrero de 2011
martes, 11 de enero de 2011
jueves, 30 de diciembre de 2010
Bus Nocturno
Era de noche y yo viajaba en un colectivo semi vacío. El bondi iba atravesando los diversos barrios porteños adentrándose en zonas cada vez más oscuras. Yo no sabía donde tenía que bajarme exactamente pero sentía que me estaba alejando del lugar exacto. Creo que no tenía un destino, sólo esperaba bajarme en el lugar correcto. Cada vez que el bondi hacía una parada yo atinaba a bajarme pero después me arrepentía y pensaba "la próxima". Pero luego veía que la próxima parada era mas oscura y más solitaria que la anterior.
Ya habíamos pasado el límite. Desde ese punto el bondi había entrado en la zona peligrosa. Yo estaba parada aferrada a la barra con el botón de parada, esperando el momento de bajarme, cuando un hombre se me acerca y me dice: "Deberías bajarte ahora porque después el camino se hace más peligroso." Automáticamente apreté el botón y las puertas se abrieron. Me bajo.
Estaba todo oscuro en la parada, pero a lo lejos pude divisar el alambrado que dividía "el límite". Yo ya estaba fuera de ese límite. Del otro lado. El bondi siguió su camino y se perdió en la oscuridad total.
Del otro lado de la reja podían verse postes de luz, calles arregladas y más limpias. No había gente en la calle porque era muy tarde pero se veía mas seguro todo. Yo estaba parada en la zona peligrosa, oscura y sucia. Por todos lados había tachos tirados y basura en la calle. Había postes de luz pero estaban apagados. Recuerdo haber sentido miedo. Tenía esa sensación constante de que algo me iba a pasar. Y estaba copletamente sola. Igualmente me sentía aliviada por haberme bajado del colectivo. Sabía que hacia donde se dirigiera ese bondi iba a ser peor que esto.
A lo lejos diviso una banda de skaters. Estaban justo en la reja de mi lado. Había niebla y estaba demasiado oscuro todo pero pude distinguir las siluetas de este grupo. Todos tenían skates y estaban vestidos con una onda punk. Lo primero que sentí fue temor. Pensé "me van a hacer algo". Eran un grupo de 7 más menos, parecían todos hombres. Un miembro del grupo me miró y se dio cuenta de mi presencia. Este les dijo algo resto y todos empezaron a caminar hacia donde yo estaba.
Pensé en correr y alejarme pero después me dio más miedo pensar hacia donde iría. Ningún lugar parecía prometedor.
Cuando el grupo se acercó lo suficiente me di cuenta de que eran todas mujeres. Mujeres vestidas de chicos punk. Era raro, pero a la vez me sentí más segura.
La líder del grupo (cuando la vi dije "es lesbiana, me quiere levantar") se me acercó y me dijo que la zona era muy peligrosa para que yo este sola. Me dijo que me uniera a ellas y ofreció llevarme en su skate.
Ahí me di cuenta de que yo llevaba puesta una pollera de Sailor Moon. Me subí al skate y bajamos andando por la calle principal entre los postes de luz rotos. La velocidad a la que ibamos hacía que mi pelo largo volara y mi pollera de sailor moon se moviera. Yo me sentía la heroína de un comic que había sido secuestrada por una banda de skaters lesbianas. Sin embargo no sentía amenaza alguna. Al contario, me divertía.
Ya habíamos pasado el límite. Desde ese punto el bondi había entrado en la zona peligrosa. Yo estaba parada aferrada a la barra con el botón de parada, esperando el momento de bajarme, cuando un hombre se me acerca y me dice: "Deberías bajarte ahora porque después el camino se hace más peligroso." Automáticamente apreté el botón y las puertas se abrieron. Me bajo.
Estaba todo oscuro en la parada, pero a lo lejos pude divisar el alambrado que dividía "el límite". Yo ya estaba fuera de ese límite. Del otro lado. El bondi siguió su camino y se perdió en la oscuridad total.
Del otro lado de la reja podían verse postes de luz, calles arregladas y más limpias. No había gente en la calle porque era muy tarde pero se veía mas seguro todo. Yo estaba parada en la zona peligrosa, oscura y sucia. Por todos lados había tachos tirados y basura en la calle. Había postes de luz pero estaban apagados. Recuerdo haber sentido miedo. Tenía esa sensación constante de que algo me iba a pasar. Y estaba copletamente sola. Igualmente me sentía aliviada por haberme bajado del colectivo. Sabía que hacia donde se dirigiera ese bondi iba a ser peor que esto.
A lo lejos diviso una banda de skaters. Estaban justo en la reja de mi lado. Había niebla y estaba demasiado oscuro todo pero pude distinguir las siluetas de este grupo. Todos tenían skates y estaban vestidos con una onda punk. Lo primero que sentí fue temor. Pensé "me van a hacer algo". Eran un grupo de 7 más menos, parecían todos hombres. Un miembro del grupo me miró y se dio cuenta de mi presencia. Este les dijo algo resto y todos empezaron a caminar hacia donde yo estaba.
Pensé en correr y alejarme pero después me dio más miedo pensar hacia donde iría. Ningún lugar parecía prometedor.
Cuando el grupo se acercó lo suficiente me di cuenta de que eran todas mujeres. Mujeres vestidas de chicos punk. Era raro, pero a la vez me sentí más segura.
La líder del grupo (cuando la vi dije "es lesbiana, me quiere levantar") se me acercó y me dijo que la zona era muy peligrosa para que yo este sola. Me dijo que me uniera a ellas y ofreció llevarme en su skate.
Ahí me di cuenta de que yo llevaba puesta una pollera de Sailor Moon. Me subí al skate y bajamos andando por la calle principal entre los postes de luz rotos. La velocidad a la que ibamos hacía que mi pelo largo volara y mi pollera de sailor moon se moviera. Yo me sentía la heroína de un comic que había sido secuestrada por una banda de skaters lesbianas. Sin embargo no sentía amenaza alguna. Al contario, me divertía.
miércoles, 8 de diciembre de 2010
jueves, 18 de noviembre de 2010
Mi cara se despellejó por la mitad. Fue un efecto cierre. Desde la frente hasta el mentón, mi rostro se abrió en dos partes. En sólo pocos minutos me quedé sin piel y mi cara quedó hecha carne y hueso. Quedé completamente desrostrada, con la cara partida al medio.
Pude evitar la caída de mi cara sosteniendo cada parte con una mano, el hemisferio derecho con la mano derecha y el izquierdo con la mano izquierda. Y empecé a caminar sin rumbo en la búsqueda de una solución. No me dolía, yo veía perfecto y todo funcionaba normalmente, lo que más me preocupaba era que todos los que me veían tenían que ver la desagradable parte interna de la cara: los huesos, los músculos, los ojos desorbitados, la carne. Eso me horrorizaba, no podía sequir así por la vida, ventilando ese rostro...
Por suerte mi madre encontró una solución: decidió pegarme la cara con la gotita. Yo ayudaba a sostenerla mientras ella me ponía la gotita en los bordes de mis dos caras. Luego las pegó y todo volvió a su lugar, parecía funcionar bien. Yo sentía que estaba medio ajustada, me tiraba un poco pero para mí ya era un alivio no estar con la cara abierta.
Empecé a tener una pequeña dificultad para respirar y noté que los agujeros de la nariz no coincidían con las aberturas de mis fosas nasales. Mi nariz estaba bloqueada y yo no podía respirar bien, pero desde afuera mi cara no parecía torcida o mal puesta. Me volvió a la mente la idea de estar con la cara abierta de nuevo y decidí no decir nada. Podía respirar, sólo que no por la nariz. "Está perfecto" le dije a mi madre. Y me quedé así, con el rostro un tanto tenso y desenfocado.
Pude evitar la caída de mi cara sosteniendo cada parte con una mano, el hemisferio derecho con la mano derecha y el izquierdo con la mano izquierda. Y empecé a caminar sin rumbo en la búsqueda de una solución. No me dolía, yo veía perfecto y todo funcionaba normalmente, lo que más me preocupaba era que todos los que me veían tenían que ver la desagradable parte interna de la cara: los huesos, los músculos, los ojos desorbitados, la carne. Eso me horrorizaba, no podía sequir así por la vida, ventilando ese rostro...
Por suerte mi madre encontró una solución: decidió pegarme la cara con la gotita. Yo ayudaba a sostenerla mientras ella me ponía la gotita en los bordes de mis dos caras. Luego las pegó y todo volvió a su lugar, parecía funcionar bien. Yo sentía que estaba medio ajustada, me tiraba un poco pero para mí ya era un alivio no estar con la cara abierta.
Empecé a tener una pequeña dificultad para respirar y noté que los agujeros de la nariz no coincidían con las aberturas de mis fosas nasales. Mi nariz estaba bloqueada y yo no podía respirar bien, pero desde afuera mi cara no parecía torcida o mal puesta. Me volvió a la mente la idea de estar con la cara abierta de nuevo y decidí no decir nada. Podía respirar, sólo que no por la nariz. "Está perfecto" le dije a mi madre. Y me quedé así, con el rostro un tanto tenso y desenfocado.
domingo, 31 de octubre de 2010
Miré la billetera y la abrí, no había plata sólo documentos. Mire de nuevo la billetera, era de cuero marrón con bordes blancos, era linda. No era la mia pero era bastante aceptable. Por un momento pensé en la billetera como si fuera mía y decidí quedármela. A mi también me habían robado hacia poco y no me había vuelto a comprarme una. Recordé mi robo de la noche anterior: una pareja de gordos, uno morocho y una chica rubia nos emboscaron a mí y a dos amigas mías en el pasillo de una casa cuando volvíamos del kiosco. Eran las 5 de la mañana y estábamos justo llegando a la puerta cuando nos agarraron. Cuando me di vuelta veo a estos dos gordos abrazando a mis amigas por la espalda, tarde en darme cuenta de que era ladrones y nos estaban robando. "Somos amigos, hagan de cuenta de que somos todos amigos y sin gritar entreguenle las carteras a la chica." Miré a la chica rubia y me paralicé, yo no quería darles nada, ya me habían robado ese mismo día más temprano y no podía creer que esto estaba sucediendo de nuevo.
Volví a mirar la billetera que había encontrado tirada en la calle. Pensé en la propietaria, a ella también le habrían robado y me dio lástima. Seguramente también querría recuperar su billetera, entonces saqué el documento y lo miré buscando algún nro. de teléfono. No pude leer de quién era y la foto era bastante borrosa pero era una chica.
Me desperté. No podía creer que estaba soñando. Luego recordé los robos del día anterior, esos sí que eran reales. Hubiera querido que fueran sueños.
Volví a mirar la billetera que había encontrado tirada en la calle. Pensé en la propietaria, a ella también le habrían robado y me dio lástima. Seguramente también querría recuperar su billetera, entonces saqué el documento y lo miré buscando algún nro. de teléfono. No pude leer de quién era y la foto era bastante borrosa pero era una chica.
Me desperté. No podía creer que estaba soñando. Luego recordé los robos del día anterior, esos sí que eran reales. Hubiera querido que fueran sueños.
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